ACTUALIDAD PERUANA

BOLETIN ELECTRONICO DE LA

ASOCIACION PRO DERECHOS HUMANOS
APRODEH - LIMA, PERU

1997 No 12


1. CASA TOMADA, PAIS TOMADO?
Acerca de la crisis de los rehenes
Eduardo Ca'ceres Valdivia

2. LOS DERECHOS HUMANOS - ENTRE LO ETERNO Y LO EFIMERO
Entrevista a Marshall Berman


CASA TOMADA \PAIS TOMADO?

Eduardo Cáceres Valdivia

A un mes de la toma de la residencia del Embajador de Japón en Lima por parte de un comando del MRTA, los efectos del audaz golpe de mano continúan expandiéndose, sin que pueda avizorarse una solución rápida a la crisis. Más allá del impacto mediático del hecho -primer titular de todos los medios nacionales e internacionales entre Navidad y Año Nuevo- interesa calibrar su impacto sobre la sociedad y la política peruanas.

La amplitud de los efectos depende, en primer lugar, de la valoración del hecho. Si se postula que se trata del canto del cisne de un grupo en extinción y que por ende no requiere otro trato que el correspondiente a un hecho delictivo, no habrá mayor preocupación por contextualizarlo. Hacer esto último sería, -así ha sido explícitamente señalado- caer en el juego de la subversión. Así fueron (des)calificadas las opiniones de la Conferencia Episcopal Peruana y de Hernando de Soto que intentaron tomar en serio las alusiones que el MRTA hizo en su primer pronunciamiento a la situación de pobreza en el país.

Otra manera de entender esta crisis es vinculándola con problemas estructurales y coyunturales de la sociedad peruana. Por ejemplo, la pervivencia en el país de condiciones para el desarrollo de la violencia en sus diversas formas. No sólo, ni tanto, la pobreza en su dimensión cuantitativa, sino el incremento significativo del diferencial entre expectativas y posibilidades de realización de estas expectativas, particularmente entre los más jóvenes. La ausencia de canales institucionales para la intermediación de los conflictos y las tensiones sociales. Algo de esto se ha discutido en los últimos días, lamentablemente con un sesgo excesivamente cuantitativo.

En términos coyunturales, al margen de si los actores en esta crisis tuvieron plena conciencia de ello o no, la toma de la Residencia del Embajador del Japón debe ubicarse en el contexto de las dificultades del gobierno de Fujimori y la significativa pérdida de popularidad que lo afectó en los últimos meses. Lo mínimo que debería reconocerse es que la creciente utilización política de los aparatos de Inteligencia Militar llevó a descuidar seriamente el seguimiento y previsión de la actividad subversiva. \Afectará a alguien en la cúpula del poder este gravísimo "descuido"? Por lo menos pareciera que al Comandante General del Ejército, Gral Hermoza Ríos, no: acaba de ser ratificado en el puesto. Quizás el ajuste de cuentas venga después, su resultado dependerá en buena cuenta de cómo se resuelva la crisis.

Sería una interpretación simplista, mecánica y unilateral la que afirmara que la acción del MRTA es consecuencia directa de la pobreza. Las relaciones entre pobreza y violencia son más complejas y ambigueas. Según diversos testimonios, pareciera que la actitud más extendida en los sectores populares valora más que el hecho en sí la penuria material que afecta a los rehenes. Un primario sentimiento de revancha lleva a pensar que no está mal que dignatarios, empresarios, diplomáticos, generales, tengan que convivir hacinados, sin agua y sin luz. Sentimiento similar al que respaldo, el 5 de abril de 1992, el cierre del Congreso, identificado como sede de privilegiados e ineficientes políticos. Es difícil recoger opiniones de simpatías con las demandas de los suversivos, en especial al libertad de sus presos. Sí se ha iniciado un saludable proceso de cuestionamiento a las condiciones carcelarias que afectan a los acusados de terrorismo y traición a la Patria, condiciones atentatorias contra la dignidad humana, orientadas al exterminio de los encausados.

Frente al acontecimiento ha sido notorio el abstencionismo de muchos dirigentes del campo popular. Distanciados de los subversivos, por el deterioro de los espacios sociales y políticos que conllevó su accionar, así como del Gobierno, por razones obvias, parecieran estar esperando que el desgaste afecte a los contendientes para ver si, por un albur del destino, recuperan posiciones. Se salvan dirigentes que, como el parlamentario Javier Diez Canseco y el alcalde de Villa El Salvador Michel Azcueta, tienen la suficiente perspicacia para darse cuenta que estan en juego problemas y correlaciones de lago plazo .

Entre conatos de negociación y congelamiento de la tratativas ha transcurrido un mes. Lo único que ambos actores comparten es la idea de que el tiempo corre a su favor y desgasta a su interlocutor. Pareciera que en esto el Gobierno está más cerca de tener la razón. El MRTA, por su precariedad estratégica en el país, difícilmente puede producir nuevos hechos que fortalezcan su posición negociadora. Su irreductibilidad en torno a la demanda de libertad de todos sus presos -difícilmente aceptable- y el escaso desarrollo de otros temas que apenas han balbuceado -política económica, negociación política hacia la paz, etc.-, los puede llevar a un mayor aislamiento. El gobierno peruano, entre tanto, está buscando dejar que el problema pierda peso, sobre todo en el escenario internacional, fijar a los emerretistas en su intransigencia, aislarlos hasta obligarlos a aceptar sus condiciones sin descartar la idea de una intervención militar en caso de que la situación se entrampe.

En este cuadro, se pueden postular algunas hipótesis en torno a las repercusiones globales de esta crisis. En primer lugar, la toma de la embajada, la captura de los rehenes, las alambicadas negociaciones contribuyen a consolidar en importantes sectores de la población un conjunto de apreciaciones y sentimientos que, no por disímiles dejan de responder a una matriz común. Entre los probablemente escasos sectores que vean con simpatía la toma, así como entre los mayoritarios que la condenen, subyace la idea de que el país se gobierna -o desgobierna- a través de golpes de mano. Más allá de la simpatía o la condena, este tipo de acciones aparentan ser las únicas viables en un contexto de desestructuración y autoritarismo. La imagen se refuerza cuando el Gobierno y su mayoría parlamentaria -aprovechando la tregua que le dio la oposición- "tomó por asalto" el Ministerio Público, desnaturalizando el papel del Fiscal de la Nación e imponiendo el control directo de los fiscales del país.

En segundo lugar, si se acepta la interpretación del Gobierno y de diversos medios de comunicación de que se trata de un hechos aislado, este argumento refuerza la idea de que la violencia es algo externo y ajeno a nosotros. Esta visión de la violencia como algo externo al cuerpo social es uno de los principales mecanismos de reproducción de la misma. Si la violencia es obra de un pequeño grupo, si es un fenómeno ajeno al cuerpo social, la solución es muy simple: basta extirpar este pequeño grupo, basta sacar del cuerpo social este cuerpo extraño. Pero para sacarlo hay que desarrollar violencia, en el esfuerzo por extirpar de nosotros lo ajeno terminamos destruyendonos a nosotros mismos.

Otra consecuencia de esta acción y la forma como se la encara, será una mayor deslegitimación y distorsión de lo que debe ser la negociación de conflictos en una sociedad democrática. En un país que se ha acostumbrado a ver un Gobierno incapaz de negociar en lo más mínimo, el hecho de que la primera "negociación" que el Gobierno se ve obligado a establecer sea frente a un grupo armado que ha tomado un embajada con cientos de rehenes, así como que sea una negociación que el gobierno establece sin reconocerlo, genera una enorme confusión, una enorme distorsión, de lo que debería ser un mecanismo cotidiano de la vida social: la negociación de los conflictos. Negociación que debería incluir mecanismos claros de explicitación de los intereses, de discusión de los intereses e incluso de medición de fuerzas y de resolución por mecanismos arbitrales legítimos.

Es muy probable que la resolución de esta crisis alimente tendencias proclives al fortalecimiento del autoritarismo y la militarización. No parece que la tendencia dominante en el país sea a evaluar que este hecho exige rediscutir el tema de la pacificación, de evaluar de manera mucho mas prudente los logros alcanzados y tener mucho mas claros los problemas pendientes. Si se produjera un desenlace violento es obvio que en ese desenlace "triunfaría" el Estado y esto implicaría una mayor militarización del país. Una "negociación", confusa, enredada, probablemente dejaría ansias de revancha en quienes se proclamaron victoriosos en la guerra interna. Si el gobierno y el MRTA pueden especular en torno al uso del tiempo como mecanismo de desgaste de su adversario, no hay duda que el tiempo transcurrido ha perjudicado muy seriamente a la oposión. Lo que se había avanzado en el Foro Democrático como articulador de fuerzas contrarias a la reelección de Fujimori se resquebrajo seriamente al día siguiente de la toma de la sede diplomática. Connotadas figuras del Foro Democrático aparecieron reclamando una solución militar y posteriormente prestaron su firma a un apoyo incondicional al gobierno. Es probable que el "asalto" al Ministerio Público los haya hecho recapacitar sobre las consecuencias que esto tiene frente a un Gobierno que no sabe de treguas.

La crisis ha sacado a la luz la precariedad de la Pacificación presentada por Fujimori como uno de los logros de su Gobierno. Como todas las imágenes que circulan por redes y cadenas mediáticas, las de la residencia del Embajador de Japón pasarán sin dejar huella en las retinas. Pero en otros niveles será difícil no tomar nota de lo volátil que es la situación peruana y, ojalá, quizás más de uno comience a preguntarse si eso no tiene que ver con la gravísima desinstitucionalización del país provocada por el autoritarismo fujimorista.


NOTA: APRODEH trasmite el siguiente texto por considerarlo de sumo interés

LOS DERECHOS HUMANOS - ENTRE LO ETERNO Y LO EFIMERO

Entrevista a Marshall Berman

(Tomado de La Nación On Line)

Por Marta López Gil

"Desde la Revolución Francesa la idea de los derechos humanos ha aparecido y desaparecido varias veces. Un siglo atrás, los europeos cultivados como Max Weber pensaron que las Declaraciones de Derechos eran un signo de inmadurez, y que ellos las habían superado."

Las reflexiones de Marshall Berman acerca de la postmodernidad, los derechos humanos y ciertos aspectos de la literatura contemporánea, se cuentan entre las más lúcidas e interesantes de los pensadores actuales. Antes de su viaje a la Argentina, La Nación se comunicó por fax con él para formularle algunas preguntas relacionadas con "Los derechos humanos en la postmodernidad" y "Un examen comparativo de Baudelaire, Freud y Kafka".

Berman es profesor de ciencias políticas en las universidades de Stanford y Columbia. Su brillante libro "Todo lo sólido se desvanece en el aire", escrito en los comienzos del confuso debate sobre modernidad - postmodernidad, es una de las pocas obras traducidas al castellano que pueden encontrarse en Buenos Aires. También se explaya sobre asuntos en "Brindis por la modernidad", un artículo importante en el que se enfrenta a Perry Anderson.

En esos textos, Berman celebra la experiencia de la modernidad, el modernismo y la modernización y expresa su deseo de despertar nuevamente esos modernismos dialécticos y dinámicos que fueron patrimonio de Occidente.

Para Berman, la imaginación, la grandeza y la esperanza de vivir mejor como propios fueron aspiraciones propias de la década del sesenta. En cambio, considera que el eclipse del entusiasmo por el problema de la modernidad en los años setenta significó la destrucción de un espacio público vital.

En sus ensayos, afirma que todas las formas sociales fueron, son y serán efímeras, que toda forma de vida se evaporará tarde o temprano en el aire, +pasará lo mismo con los derechos humanos? +Esos derechos son también contingentes aunque, como diría Richard Rorty, defendibles en tanto conforman una ética pública, aunque ética y culturalmente cualificada?

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La entrevista

Qué opina usted sobre los pensadores contemporáneos como Rorty, Habermas, Foucault, y Lyotard, por ejemplo?

- Me siento más cerca de Habermas y Rorty, quienes están tratando de maneras muy diferentes de conectar el liberalismo y el socialismo. Ellos quieren crear un máximo espacio para la expresión y el crecimiento personales. Pero también desean que la gente sienta empatía y solidaridad, que todos nos ocupemos los unos de los otros.

+Y qué opina de los intelectuales franceses como Barthes y Faucault?

- Estoy más lejos de ellos, son los típicos "mandarines" de los que hablaba Simone de Beauvoir. Proclaman su desde por las masas modernas, la Revolución Francesa, la Declaración de los Derechos Humanos y la idea de la humanidad como tal.

Yo, en cambio, defiendo los derechos humanos, pero no creo que sean inherentes a forma alguna de naturaleza eterna o razón trascendental. Las críticas a las revoluciones y Declaraciones del siglo XVIII fueron acertadas: si esas ideas hubieran sido eternas, +por qué no aparecieron sino hasta ese momento (la Ilustración) y en este lugar (Occidente).

+Podría decirse entonces que esos derechos no tienen un carácter necesario?

- Se podría decir que los derechos humanos -como cualquier otra posibilidad humana- son "contingentes". Sin embargo, no son sólo ocasionales, una cuestión de gusto (como podría serlo una preferencia con respecto a una comida, ropa o decoración particular).

En mi libro "todo lo sólido se desvanece en el aire" he tratado de desarrollar una noción de "modernidad", y he planteado que los derechos humanos son una característica básica de los que significa "ser moderno".

- +Cuales son las otras características?

- Por ejemplo, la participación en un mundo de mercado, y (Goethe y Marx vieron la conexión) en una cultura mundial; inmigraciones masivas, lo que E. C. Charter llama "el libre fluir de las gentes"; la inmersión en un ambiente global, sujeto a desastres globales -tanto nucleares como ecológicos-; la capacidad de movilización política masiva; los medios de comunicación mundialmente masivos, que pueden -no necesariamente- generar una empatía global; un ambiente de apertura sexual, donde cualquier hombre o mujer puede establecer vínculos con cualquier otro, tener hijos, y constituir formas nuevas de familias, contraer o contagiar nuevas formas de enfermedad, etc.

A largo plazo apuesto a una forma de empatía, fomentada por los medios masivos (esto es algo diferente de la "razón comunicativa" de Habermas, pero se relaciona con ella) como la fuerza que puede "brindar modernidad" tanto a hombres como a mujeres.

- Todo eso no es un poco romántico?

- Me declaro culpable: soy romántico! Pero también reconozco un mundo real donde los medios masivos pueden impulsar a la gente a caer en un frenesí antimoderno de miedo y violencia, y así prepararla para nuevos rounds de "limpieza étnica".

- +Qué entiende por derechos humanos?

- Pertenezco a una tradición que retorna al iluminismo, a través de Humboldt, Hegel y Stuart Mill. "El principio del mundo moderno es la libertad de la subjetividad", dice Hegel. Eso lleva a la lucha contra el fascismo en la segunda Guerra Mundial y a la Declaración de Derechos Humanos formulada en la postguerra por las Naciones Unidas.

Las ideas básicas son libertad de opinión, de expresión y de prensa -ahora entendida más ampliamente como "comunicación"- de asociación, de movimiento y de derechos de estar protegido por la ley. Mill agrega una metáfora moderna vital: la libertad de comprometerse en "experimentos de vida". Un corolario de esto sería el derecho individual a cambiar, tanto religiones como orientaciones sexuales o ideologías políticas; incluyendo el derechos a volver (si se quiere, si se puede) a lo que era antes.

+Pueden los derechos humanos desvanecerse en el aire?

- Seguramente, desde la Revolución Francesa esta idea ha aparecido y desaparecido varias veces. Un siglo atrás, los europeos cultivados como Max Weber pensaron que las Declaraciones de Derechos eran un signo de inmadurez, y que ellos ya las habían superado.

Ayer mismo, en el período de Reagan, Jean Kirpatrick consideró a las campañas mundiales por los derechos humanos como conspiraciones comunistas. Esto se convirtió en una ironía, porque la ideal de los derechos humanos fue mucho mas radicalmente subversiva en los estados comunistas que en cualquier democracia occidental.

Los derechos humanos serán indudablemente enterrados en el futuro, en especial por regímenes dictatoriales, pero siempre volverán a surgir ya que expresan algunas de las mas profundas necesidades de los hombres y mujeres del mundo.

(c) La Nación.


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