Información
y medios
en
una nueva historia
Mauricio Velasco
Ciertamente es muy difícil que los países periféricos puedan oponerse y hacer peso a las grandes cadenas de información. Sin embargo, los medios de comunicación nacionales y los periodistas recogen la información producida por las grandes agencias y la re envían sin contextualizarla, como un producto cultural cualquiera.
En los momentos actuales varios sectores de la prensa han iniciado un proceso de auto crítica a la posición que han jugado en torno a la guerra planteada por los Estados Unidos en contra de Irak. Las críticas han estado orientadas principalmente al gran espacio brindado para mostrar los avances tecnológicos de la industria armamentista y a relatar, cotidianamente, los avances de las tropas en el territorio iraquí -con la ayuda de infografías y mapas virtuales- mientras han dado poco espacio para mostrar las enormes manifestaciones alrededor del mundo en contra de la guerra y no han promovido suficientes espacios de opinión con actores contrarios a la lógica de George Bush y los países aliados.
Sin embargo, luego de efectuada la mea culpa correspondiente, muchos medios de comunicación (especialmente los medios televisivos en Ecuador) han realizado debates y foros de discusión para analizar lo que subyace a la guerra, mostrando su posición de respaldo a las acciones militares para liberar al mundo del siniestro gobierno de Sadam Hussein, aunque mostrándose cautos en el respaldo al gobierno actual de los Estados Unidos.
Joseph T. Klapper (1960) planteó la «teoría de la intensificación» de los medios masivos: según esta teoría, los medios no cambian su opinión sobre determinado hecho, sino que solamente intensifican las predisposiciones. Así, en este caso, es posible decir que los medios han estado predispuestos a la realización de una guerra inminente y a mantener su dependencia informativa -con excepciones- hacia otras cadenas.
Antecedentes
La "era de la información" supone que toda actividad relacionada con el almacenamiento, administración, emisión y distribución de la información es fundamental para la reproducción del capital. En este sentido, las grandes cadenas de información, las agencias de prensa y publicidad y los centros de sondeo de opinión se benefician al procesar la información y distribuirla a diferentes segmentos. En el caso de las agencias de prensa, la mayoría de éstas se encuentran en los países del primer mundo: AP en los EE.UU., Reuters en Inglaterra, AFP en Francia, EFE en España y ANSA en Italia. En América Latina, la única agencia claramente visible es Prensa Latina (Cuba).
En los años 20 y 30 empezó el fenómeno de la creación de monopolios y oligopolios de información por el aparecimiento de la radio y el teléfono, especialmente en los Estados Unidos. En este tiempo se dieron muchas disputas en cuanto a las patentes, que sin embargo se resolvieron con la concesión a empresas privadas para la inversión y operación de empresas dedicadas a la información. Así nacieron la RCA, NBC, ABC y CBS, como sabemos, actualmente poderosas cadenas de información de los Estados Unidos.
Con el aparecimiento de la televisión, se reforzó el carácter masivo de la información y comunicación, así como la industria del info - entretenimiento. La televisión parece haber sido sobreprotegida por el Estado para que ésta le otorgue legitimidad y sea su medio de comunicación por excelencia a través de una estrategia doble. Primero, a través de un juego de simulación política donde se satura al televidente de información y se fingen mecanismos de permanente contacto entre políticos y periodistas, donde se filtra y atenúa la información para que responda a los intereses políticos, mientras en los medios, hacia fuera, se habla de entrevistas y notas exclusivas. La otra estrategia del Estado es permitir a los medios rienda suelta a sus veleidades, en programas con contenidos sensacionalistas, superfluos y culturalmente dominantes.
¿Periodismo cautivo?
Muchos periodistas y sectores de la prensa hablan, con ocasión de la guerra con Irak, de la imposibilidad de establecer criterios independientes que ayuden a las audiencias a determinar la verdad en las informaciones y a que se cumpla su derecho de acceder a información objetiva e imparcial. Ciertamente las grandes cadenas internacionales de información son enormes industrias transnacionales que cuentan con la inversión de las más grandes empresas y con el respaldo de los poderes políticos hegemónicos. Su infraestructura tecnológica es poderosa y tiende al crecimiento, pues tiene como socios a las cadenas nacionales o regionales. Además, de forma creciente llega a las audiencias de los países en vías de desarrollo a través de la televisión por cable y, en general, imponiendo determinado sesgo ideológico a la información, como lo que ha quedado demostrado en la crisis venezolana que se agudizó en el 2002, cuando las cadenas de información venezolanas asociadas a los grupos poderosos y la CNN, especialmente, en los EE. UU., gestaron una campaña mediática que devino en un frustrado golpe de Estado promovido por los EE.UU.
Ciertamente es muy difícil que los países periféricos puedan oponerse y hacer peso a las grandes cadenas de información. Sin embargo, los medios de comunicación nacionales y los periodistas recogen la información producida por las grandes agencias y la re envían sin contextualizarla, como un producto cultural cualquiera.
Época de cambios
En la década los 80 y 90, la radio popular y la escuela latinoamericana de comunicación cobraron gran importancia en el ámbito de las ciencias sociales y la comunicación a partir de algunos acontecimientos políticos muy significativos, que mostraron una América Latina visible, al fin, al mundo. Tiempo después, a partir del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional el 1 de enero de 1994 en la ciudad de México de la mano del Subcomandante Marcos, la Internet empezó a ser identificada como la mejor arma en el mundo del activismo político y una muestra clara de un nuevo proceso en la democratización de las comunicaciones.
Durante esta guerra con Irak, incluso los tradicionales medios de comunicación destacan el alcance de la Internet para la democratización de la comunicación y el aparecimiento de nuevos medios, independientes y críticos. Sin embargo, hay que recordar que el acceso al Internet es todavía limitado en los países en vías de desarrollo y que las grandes corporaciones como Microsoft, Oracle o Apple desarrollan paquetes tecnológicos que exigen grandes sumas de dinero para su adquisición. Además, la tecnología se desarrolla en códigos encriptados, lo que imposibilita la transferencia tecnológica a los países en vías de desarrollo.
Información en nuestro tiempo
La información vertida por los medios de comunicación está orientada a satisfacer la necesidad de las audiencias y así obtener mayores rendimientos económicos. Para ello, su programación está cargada de símbolos que plantea la era posmoderna: imágenes noticiosas que producen placer morboso respecto al dolor ajeno, talk-shows donde se evidencian las crisis de la familia, la pareja o la sociedad, shows reales con imágenes espectaculares de robos, suicidios y catástrofes causados por la naturaleza.
En los últimos tiempos, el gran peso del mercado en los medios de comunicación, ha crecido, especialmente en la televisión. Los fines de semana están plagados de programas de ventas doblados en países extranjeros (especialmente los EE. UU.). Del mismo modo, tanto los canales de televisión, como los periódicos y las radios están inundados de anuncios publicitarios, que pueden llegar a cubrir el 60% de la programación / espacio total. En efecto, los medios están subordinados cada día más a la publicidad.
Conclusión
De una u otra manera, el escenario está modificado; la correlación de fuerzas en la escena de los medios de comunicación está cambiando, pues muchas voces nuevas se hacen escuchar en la actualidad y disputan la sintonía de las tradicionales cadenas noticiosas. Los medios tienen en juego su propia sobrevivencia, pues la ciudadanía les exige verdad y credibilidad, más allá de su sensacionalismo manifiesto.
El
desarrollo de proyectos alternativos de comunicación e información
exige también que se reactiven espacios de comunicación entre
los poderes políticos y la sociedad civil, pero además es necesario
que el propio Estado establezca mecanismos que posibiliten la creación
de medios de comunicación independientes, en lugar de audiencias amordazadas.
Wolfgang Langenbucher, un estudioso de la comunicación, al hablar del
proceso de «despolitización» de los espectadores gestado
por muchos medios de comunicación, pregunta irónicamente, "¿cuánta
ignorancia política puede aguantar una democracia, y bajo qué
condiciones?
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