Con frecuencia se oye la crítica de que los medios influyentes están en pocas manos y que se han transformado en instrumentos al servicio del poder político, económico y militar. Sin profundizar en esta opinión, en estos momentos en que estamos viviendo la injusta e inhumana guerra en Irak es obvio que en los Estados Unidos la gran prensa favorece la posición del poder. Ha silenciado las voces de protesta; ha minimizado las grandes movilizaciones en ese país y en el mundo. No resalta el terrible sufrimiento humano, ni menciona las grandes contradicciones en las supuestas razones del ataque a un pueblo pobre que ha sido debilitado por las consecuencias de la guerra del Golfo y diez años de sanciones económicas.
El control del pensamiento juega un papel importante frente a las contradicciones e incoherencias del poder. Hay diversas maneras de tratar de hacerlo: a través de la educación, la religión o los medios de comunicación. El lingüista Carlos Peregrin Otero observa que dentro del sistema totalitario es mucho menos efectivo el control que en un sistema democrático. Esto se debe a que la doctrina oficial promovida por intelectuales al servicio del Estado es reconocida como propaganda pura y esto ayuda a liberar la mente. En una dictadura es fácil determinar que es propaganda. Lo que importa es que se obedezca la línea oficial, al margen de lo que cada uno pueda pensar.
Las sociedades democráticas no deberían funcionar de esta manera; el Estado no debe controlar el comportamiento por la fuerza; por tanto hay que influir en lo que piensa. Según Noam Chomsky , una de las maneras de hacerlo es limitar todo el espectro de pensamiento dejando las suposiciones fundamentales inexpresadas. Es crear la ilusión de que existen discusiones sobre los diferentes temas. Sin embargo, hay que asegurar que el debate se mantenga dentro de cierto margen; que los dos lados acepten ciertas suposiciones no expresadas, y éstas son parte del sistema de propaganda.
Tomemos los temas de la inseguridad ciudadana, el narcotráfico y el terrorismo; se los presenta como relacionados entre si y todos debemos luchar en su contra. Se supone que todos están de acuerdo con su significado, pero seguramente nadie entiende los términos de la misma manera. Existen debates y encuestas sobre los mismos dirigidos aparentemente a presentar estos fenómenos en tal forma que sean rechazados mientras que son otros quienes determinan lo que significan.
Hemos visto que la inseguridad ciudadana ha sido presentada como consecuencia de la actividad delincuencial, sin tomar en cuenta las condiciones de pobreza en que vive el pueblo, la arbitrariedad de los que ejercen el poder y la corrupción que corroe la sociedad. En cuanto al narcotráfico se da a entender que es un asunto de los pequeños traficantes, de los campesinos que cultivan la hoja de coca, de los consumidores, de la juventud descarriada y de la guerrilla. No se menciona que, entre otras cosas, el blanqueo de dinero es negocio para el sistema financiero; que el dinero del narcotráfico sustenta la economía de algunos países y constituye una fuente de ingresos para algunos políticos.
Después del condenable ataque a las torres gemelas de Nueve York, la palabra terrorismo ha sido incorporada en las agendas nacionales. Pero nadie lo define, quizás a propósito a fin de poder calificar las acciones de acuerdo a intereses creados, ya sean económicos, militares o políticos. Esto lo estamos viendo en la criminal guerra en contra de Irak y en el futuro seguramente habrán más ataques en otros lugares como pueden ser Corea del Norte, Irán o Colombia bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo.
Es necesario saber interpretar los hechos. Quizás la solidaridad mundial a favor de la paz y en contra de la invasión a Irak marca un rompimiento con la aceptación del pensamiento ajeno que nos viene a través de los medios masivos y pronunciamientos oficiales repetidos decenas de veces. Todos los argumentos por la guerra caen en el vacío cuando el pensamiento crítico enfrenta la realidad de la masacre del pueblo iraquí. El clamor de los pueblos por la paz ha desafiado a los círculos de poder.
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