Otras
consideraciones
Hemos incluido entre
los métodos de tortura psicológica la Obligación impuesta a los detenidos de hacer
declaraciones ante grabadoras de sonido e imagen, ya que ello genera enorme incertidumbre
en los afectados («la sensación de quedar atrapados en sus manos»).
R. S. F.
(en extracto de la denuncia presentada en la Primera Fiscalía Militar de Santiago por
torturas, violencias innecesarias y detención ilegal).
«... Fui llamado en
dos oportunidades para ser filmado con una cámara de video ubicada tras un espejo, en una
sala alfombrada y con dos poderosos focos iluminándome. Mientras ocurría la filmación
se me hacían preguntas, teniendo un micrófono direccional colocado al frente. Estas
filmaciones y grabaciones son otra forma de apremio psicológico, ya que no se proporciona
ninguna indicación sobre qué objetivo persiguen o qué uso se dará al material obtenido
... ».
R. C. O.
(en denuncia por torturas aplicadas en una cárcel clandestina de la CNI).
«... En la tarde
del día anterior que iríamos a la Corte somos sacados de la celda, nos maquillan con
crema toda la cara y el cuello, nos ponen rimmel en las pestañas y los párpados. Una
mujer de voz joven nos dice que es para que aparezcamos mejor en la televisión en
color... Fuimos televisados uno por uno, detrás de un escritorio. Se nos hace mostrar
documentos como el diario "El Siglo" y otros... Luego fuimos filmados los siete
afirmados en diversos documentos y un mimeógrafo. En seguida nos filmaron con un lienzo
que decía- «Por la razón o la fuerza, venceremos". Luego somos conducidos a otra
sala donde hay focos muy potentes y se nos hace contestar todo lo que los interrogadores
quieren ... ».
En la noche del 9 de
diciembre de 1982, en un programa denominado «Terrorismo», difundido por el Canal
Nacional de Televisión de Chile, se muestran declaraciones autoinculpatorias de las
siguientes personas: Carlos Bruit Gutiérrez, Raúl Castro Montanares,
Fernando Valenzuela Espínoza y Víctor Zúñíga Arellano.
Con posterioridad a
la exhibición del programa los abogados de los detenidos presentaron un escrito a los
tribunales planteando que la exhibición de declaraciones de sus representados constituye
una violación del secreto del sumario, en circunstancias de que ni ellos, en su calidad
de abogados defensores, habían tenido acceso a los expedientes.
«Nuestros
defendidos han denunciado que estas grabaciones en videotape fueron hechas en los lugares
secretos de detención de la CNI en el tiempo en que cada uno estuvo veinte días detenido
e incomunicado, y que se efectuaban previa memorización a golpes y amenazas, esto es,
bajo apremios ¡legítimos. Sin embargo, ese día aparecen entrevistados por el Canal
Nacional de Televisión meses después de haberse efectuado las grabaciones». Los
abogados solicitan «sean adoptadas severas medidas y se dispongan sanciones acerca de
este insólito y grave hecho» (diario «La Tercera de la Hora», (18-XII-1982).
El hecho de aparecer
como delatores para algunos o como sujetos peligrosísimos para la sociedad provoca enorme
tensión psicológica a los afectados, lo que corrobora la validez de considerar esta
práctica en nuestro recuento.
Presencia
de médicos " y personal paramédico como funcionarios del equipo de torturadores
Se continúa
registrando la presencia de profesionales médicos y paramédicos en los recintos secretos
de tortura, quienes, encontraron las normas éticas más fundamentales, se prestan para:
Examinar a la
persona secuestrada con el fin de dar paso a la tortura; en ocasiones incluso recomiendan
a la víctima cooperar, «portarse bien», responder al interrogatorio, etc.
Reanimar al
torturado cuando éste se desmaya y decidir sí se continúa apremiándolo.
Preparar al
detenido para su presentación al tribunal, borrando las huellas del maltrato.
Actuaciones
de psicólogos como funcionarios del equipo de torturadores
Es evidente que
entre el personal que trabaja en la CNI, así como en la ex-DINA, hay psicólogos,
quienes:
Diseñan métodos
de tortura psicológica que produzcan mayor efecto en las personas.
Elaboran perfiles
psicológicos del secuestrado con el propósito de recomendar la modalidad de tortura que
sea más adecuada,
Conversan con el
detenido con el propósito de que entregue la información que les interesa obtener. Esta
labor la ejecuta el que se denomina «el torturador bueno», por medio de ciertos recursos
gratificantes, como dar 'comida, café, cigarrillos, conversar sobre diversos tópicos y
tratar al detenido como persona.
Uno de ellos ha sido
descrito a menudo, y es llamado «Doc» por los funcionarios del aparato represivo.
«... Como a las
seis de la tarde entró en mi celda un tipo que se presentó diciendo: "Yo soy
funcionario de un organismo, y me interesa saber un poco cómo descubrir la personalidad
de ustedes y tengo que hacer un informe sobre ustedes que me ha pedido este
organismo." El tipo entró solo y fue muy agradable; yo sentí como una sensación
hipnótica, quizá hipnótica por las circunstancias, porque fue el primer tipo que me
habló en forma relajada, que sonrió después de todas esas horas malditas. Entonces yo
me relajé absolutamente. Me preguntó de todo y me dijo que él creía que todo el mundo
tenía derecho a pensar y que a nadie se le perseguía por las ideas. Me dijo: "Tú
eres un intelectual muy bien formado, y sientes legítimamente el derecho de que todos los
demás sigan la verdad que tú crees; como tienes más capacidad que el resto, entonces
tienes derecho a imponerle la verdad a los demás." Le dije que nada que ver, porque
no me sentía así ni me iba a sentir así tampoco, pero insistía en que yo era un
intelectual muy capaz.»
«... Fui llevado a
una sala y me quitaron la venda de los ojos. Sentado detrás de un escritorio había una
persona conocida como "Doc", un hombre alto, corpulento, de aproximadamente
cincuenta años de edad, quien me interrogó durante todo el día a partir de las
informaciones obtenidas por medio de la tortura... En la tarde de ese día "Doc"
trató de hipnotizarme a través de la sugestión y otras técnicas. No perdí la lucidez
mental, pero sufrí una especie de entumecimiento o envaramiento en todo el cuerpo. Fue
necesaria la intervención del médico para recuperarme de estos efectos ... »
A. I. F.
D., secretaria, treinta y ocho años de edad. La afectada fue detenida el 14
de julio de 1982 por agentes de la CNI. Estuvo internada en recinto secreto de ese
organismo durante cinco días. El 10 de agosto interpuso ante la Primera Fiscalía Militar
una denuncia contra los funcionarios de la CNI que habían cometido en su contra delitos
de apremios ¡legítimos, amenazas contra su vida y la de sus familiares, abusos
deshonestos y lesiones.
Los malos tratos y
las amenazas comenzaron en el momento mismo de la aprehensión. Esta se efectuó a las
siete de la mañana en el domicilio de la afectada y mediante un gran operativo. El primer
agente que ingresó en el inmueble, forzando la aldaba de la puerta, apuntó con la
metralleta al hijo, de sólo cinco años de edad, diciéndole a ésta que si no decía
dónde estaba el paquete «mataría al niño». La afectada señala que esta amenaza le
provocó un sufrimiento irresistible, pues creyó efectivamente -que el agente dispararía
a la cabeza de su hijo. Posteriormente, con los ojos vendados, fue trasladada en un
furgón «Suzuki» a un recinto secreto de la CNI.
«Por las noches me
hacían acostarme en una cama de cemento, a la que puse una colchoneta que allí había,
pero venía un funcionario y me hacía quitarla, insultándome, y luego venía otro y me
hacía ponerla, también insultándome; a cada rato me despertaban.»
Entre las celadoras
había dos mujeres. La afectada manifiesta al Tribunal que podría reconocer a una de
ellas, dando su descripción física. Esta, añade la denunciante, es lesbiana, y en una
oportunidad le dijo: "Estás buena, flaca, pero tienes que engordar un poquito",
y me manoseó rozándome con las manos el cuerpo. Siempre miraba cuando se duchaban las
detenidas.
Y continúa la
denuncia: «Al llevarme la comida me decían: "Cómase los ratoncitos." No quise
comer, pero luego supe que a una niña le habían pegado por no comerse la comida que le
daban, y me la comí. Encima del guiso que me llevaban ponían colillas de cigarrillos,
que de por sí era repugnante. Me hacían caminar ligero con los ojos vendados, y si me
tropezaba me insultaban y me pegaban en los tobillos.»
La afectada fue
víctima de abusos deshonestos en reiteradas oportunidades. Uno de ellos ocurrió cuando
se estaba duchando: «Un hombre se me acercó por atrás y me puso los genitales
diciéndome: "¿Por qué no pololeas conmigo? Mira que estoy bueno".»
Debió fumar en una
ocasión marihuana y en otras le inyectaron sustancias para ella desconocidas.
Los apremios
físicos que recibió de parte de los agentes de la CNI consistieron principalmente en
golpes. «A mi madre, de sesenta y cuatro años, también la tenían recluida en el mismo
recinto. Cuando yo trataba de ubicarla, me pegaban. En una oportunidad recibí un fuerte
golpe en la columna vertebral, y dado que yo tengo una escoliosis en la cervical, este
golpe me provocó una rigidez y no podía erguirme. Anduve varios días encorvada... »
Los agentes de la
CNI ejercieron sobre la afectada una fuerte presión psicológica, utilizando la
permanencia en el mismo lugar de la madre y la supuesta de su hijo de cinco años. «Yo
sentía que arrastraban a mi madre por el pasillo hacia el servicio; la reconocía por la
tos. Ella tosía para que yo supiera que estaba viva todavía. La insultaban de manera
soez. Se juntaban cinco hombres en una celda y me interrogaban amenazantes:
"¿Quieres escuchar gritar a tu mamá?" Luego otro de ellos dijo: "¡No!,
traigan al cabro chico!", refiriéndose a mi hijo de cinco años. Y otro dijo:
"¡No, matémosle a la vieja mejor!" Permanentemente oía gritos; me decían que
era mi madre la que gritaba. Me amenazaban diciendo: "¡Si no dices sí, vamos a
matar a la abuela!", refiriéndose a mi Madre.»
El tratamiento de:
que fue víctima la afectada le provocó una fuerte depresión nerviosa que la llevó a
tratar de electrocutarse utilizando la conexión eléctrica que tenía el interruptor de
su celda.
El estado de salud
de la afectada se vio agravada por la interrupción del tratamiento médico a que
continuamente está sometida a causa de la epilepsia que sufre.
R. R. C.
M. Artesano, detenido en julio de 1982 por policías peruanos en Tacna. Se
le traslada a Arica en una camioneta vendado y maniatado. Pasa controles de frontera sin
que quede constancia.
En Arica es
entregado a Investigaciones, servicio que lo trae, también vendado y maniatado, en
automóvil a Santiago, y lo entrega a la CNI. Permanece veinte días en el centro de
detención ubicado en la calle Borgoño, donde es sometido a numerosos apremios
psicológicos y físicos:
Golpes en el
cuerpo, principalmente en la cabeza y cuello. - Amenaza de detención de su esposa e hijo
(ella también es detenida y sometida a apremios ¡legítimos por seis días en un centro
secreto).
Aplicación de
electricidad en «la parrilla», en distintas partes del cuerpo, principalmente en las
sienes.
Testimonio
de dos personas detenidas en 1982 en provincias
R. O. I,
Z., veintiún años, soltero, estudiante de tercer año de medicina en la Universidad de
Concepción
«El miércoles 2 de
junio de 1982 fui secuestrado aproximadamente a las 18,00 horas cuando caminaba por la
vía pública. Quienes me raptaron no presentaron identificación de ninguna índole.
»Se me llevó a un
Cuartel de Investigaciones (situado en Los Carreras con Angol). Apenas llegué allí se
procedió a vendarme fuertemente los ojos y a esposarme con el máximo de presión. En
seguida se me golpeó salvajemente con puñetazos y patadas; luego se me dejó solo en un
corredor, pero en cualquier momento recibía un golpe de puño o de palo, sin poder ver a
quién me hacía eso. Estuve en esas condiciones por alrededor de media hora y luego de
ello fui conducido a un subterráneo, en donde se me obligó a desnudarme y se me ató
fuertemente de pies para posteriormente colgarme de un aparato por largo tiempo con
fuertes golpes de electricidad que me fueron aplicados en la sien derecha y en los
testículos. Al finalizar dicha tortura quedé prácticamente paralizado de mis
extremidades superiores e inferiores y al borde de la inconsciencia completa.
»Una vez
relativamente recuperado, se me condujo a un pasillo en el cual de nuevo se me dejó solo;
pero cada cierto tiempo, más o menos regular, era apaleado o pateado por varias personas.
Luego se me llevó nuevamente al subterráneo, en donde se me sometió otra vez a torturas
con electricidad (torturas del mismo tipo señalado anteriormente, pero que me fueron
aplicadas con más intensidad y por un tiempo más largo). Cuando se me sacó de ese
aparato fui salvajemente apaleado, además del pésimo estado en que había quedado.
»Estuve en esas
condiciones hasta el día siguiente (jueves 3). En aquella oportunidad del 2 al 3 no se me
permitió dormir en ningún momento. Alrededor del mediodía se me trasladó al cuartel de
la CNI ubicado en Pedro de Valdivia. Allí se me golpeó y se me torturó todo aquel día,
En un momento se me puso sobre un somier, se me ató a él de pies y manos y se me aplicó
corriente eléctrica en la espalda, en los testículos, en los pies y en las manos
preferentemente. En otro momento se me colgó por las muñecas a una altura considerable,
y se me torturó azotándome.
»Todo esto fue
combinado permanentemente con amenazas de muerte para mí y mis familiares.
»Debo destacar que
en los momentos de "descanso" se me mantenía encerrado en una pequeña celda,
donde no me debía mover para nada (se me decía que si era sorprendido en otra postura lo
lamentaría", lo pasaría mal"). Allí, además, debía escuchar música que
provenía de una radio a mi lado puesta a todo volumen.
»Tampoco se me
permitió dormir la noche del 3 al 4.
»El día 4 fue
prácticamente la misma cosa, con la diferencia de que se me obligó a ingerir pastillas.
»Estuve secuestrado
hasta el día 5 de junio, día en el cual se me trajo directamente a la cárcel. Se me
dejó incomunicado, y al día siguiente se me llevó a la Fiscalía.
»Antes de traerme
aquí, el lunes 7, se me obligó a firmar con los ojos vendados una declaración
extrajudicial (en la CNI)... Días antes se me había obligado a firmar otro conjunto de
documentos.
»Antes de que me
trajeran a la cárcel se me dijo que en la Fiscalía debía ratificar lo que estaba en la
declaración (la extrajudicial); de no hacerlo así, se me mataría a mí y a los miembros
de mi grupo familiar, no sin antes torturarnos.
»Junto a la
declaración extrajudicial se me puso un mapa, que se me dijo debía reconocer como mío
en la Fiscalía.
»Con todas las
precisiones y amenazas que tenía, al llegar a la Fiscalía el jueves día 10 ratifiqué
la declaración extrajudicial y reconocí como mío aquel mapa. Ante esto el fiscal me
hizo firmar aquel mapa con dos firmas. Tuve ese comportamiento para evitar se me volviera
a torturar y para evitar que se tomaran represalias con mis padres y hermanos.»
J. R. G.
A., comerciante, casado, veintitrés años
«Fui secuestrado en
la vía pública el sábado 5. de junio de 1982 alrededor de las 20,30 horas, por varios
individuos que no se identificaron.
»En ese instante
iba acompañado por mi señora, a la cual maltrataron y amenazaron mientras yo era metido
dentro de un vehículo, en el cual me hacían preguntas y a la vez me golpeaban. Me
vendaron los ojos. El viaje duró alrededor de veinte minutos. Me bajaron a golpes; a mi
parecer, el lugar era una casa grande.
»Se me interrogó y
fui amarrado en una especie de silla (o banco). Promediando treinta minutos me pusieron
algo en la cabeza y empezaron a golpearme. Los golpes eran en su mayoría en la cabeza y
oídos. Esa noche fue muy larga porque quedó un tipo de guardia, el cual me golpeaba y
amenazaba cada vez que yo preguntaba el porqué de mi detención.
»Se me amenazaba
con violar a mi señora y torturar a mi hijo; me decían que estaban detenidos. Y sí no
decía o me culpaba, no los iba a ver más (está de más decir que todo el tiempo que me
interrogaban me daban fuertes patadas y puñetazos).
»Nunca me dejaron
dormir; siempre la posición fue incómoda, amenazas, música fuerte, golpes. En una
ocasión me tuvieron durante horas en camisa y slip en una especie de subterráneo... Me
decían: "Ahora nos vas a conocer"... Fue aquí donde me aplicaron una serie de
torturas; se me sentó en un sillón, se me aplicó electricidad (testículos, sienes,
dedos de los pies, antebrazos... ).
»Antes de ir donde
el fiscal me hicieron firmar varios documentos bajo la amenaza de que si no me iban a
seguir torturando (ellos decían «jugando").»
En 1982 se registró
la aplicación de métodos de tortura a 105 personas detenidas.
Durante el año 1983
el número creció en forma significativa (254 personas).
Como en los años
anteriores, los antecedentes han sido recogidos de querellas por apremios ilegítimos
presentadas ante los Tribunales de justicia-, de declaraciones juradas ante notario; de
testimonios directos de personas dejadas en libertad o recluidas; de datos recogidos
directamente en lugares de reclusión y/o relegación, y de personas que acuden al
Programa Médico Psiquiátrico de FASIC.
Las detenciones se
centran de preferencia en personas activas, ya sea dirigentes políticos, sindícales,
estudiantiles y poblacionales. Además, se desencadena una persecución reiterada por
sospechas, sino que se hace en forma masiva. Ejemplo de ello son las detenciones y
relegaciones después de las protestas o durante ellas; 127 de las personas arrestadas de
preferencia por carabineros son entregadas a la CNI o Investigaciones directamente y
después relegadas por noventa días por orden del Ministerio del Interior,
La práctica de la
tortura tiene durante 1983 un aumento no sólo cuantitativo, sino también cualitativo,
como lo muestran los cuadros que se adjuntan y la descripción de los métodos aplicados.
Nos referimos a métodos de tortura especialmente crueles, que habían dejado de
utilizarse en años anteriores:
La inmersión en
aguas servidas (41 casos), El denominado «submarino» consiste en obligar a la persona a
sumergir su cabeza en el agua repetidas veces, llegando en ocasiones hasta la asfixia.
La «falanga»
(diez casos), que consiste en golpear en forma repetida la planta de los pies con un
instrumento romo.
Repetidos golpes
en la cabeza con una bolsa de arena (cinco casos).
Someter por largo
rato al ruido estridente de una señal de radio de onda corta, lo cual produce malestar
intenso que se hace intolerable (seis casos).
Debemos señalar
también los métodos represivos aplicados por carabineros en las manifestaciones de
protesta y allanamiento a las poblaciones. Algunas de estas detenciones se efectúan en el
lugar de las manifestaciones y la tortura es aplicada delante de familiares y vecinos.
Estas acciones buscan producir un amedrentamiento masivo, suscitando terror e impotencia.
Cabría asimilarlas a una tortura masiva aplicada con propósitos pedagógicos.
Los métodos de
tortura utilizados en el año 1983 son similares a los descritos para años anteriores.
Testimonios
G. Z.:
treinta y dos horas de terror:
«El miércoles 28
de diciembre fui detenido por cinco agentes de la CNI (entre ellos, una mujer), alrededor
de las 12,30 horas en la vía pública, en presencia de numerosos testigos. Me dieron
orden de alto desde mi espalda, y al volverme me encontré encañonado por cuatro hombres
y una mujer; me ordenaron tirarme al suelo; grité mí nombre y recibí un violento
puntapié en la mandíbula. En seguida me esposaron y me introdujeron en un auto Sóvil
'Tolvo" color blanco modelo reciente. En el vehículo se encontraba Rafael Ruiz
Moncatellí, semiacostado en el asiento posterior. Inmediatamente el automóvil se
dirigió veloz al cuartel de Borgoño. En el trayecto se nos vendaron los ojos y se nos
anunciaban reiteradamente amenazas de malos tratos.
»Llegando al
cuartel se nos ordenó desvestirnos completamente, ponernos un overol azul y zapatillas de
igual color (todo esto en el patio de estacionamiento), para luego bajar a un subterráneo
en donde había varías celdas pequeñas, piezas con "parrillas" para
interrogatorios, una sala de enfermería, un baño y numeroso personal.
»Yo fui internado
en una celda, la que no tenía luz natural; en cambio se mantenía permanentemente
encendida una luz que se proyectaba sobre la roseta donde me sentaba o acostaba, según el
caso. El que pasó directamente a la "parrilla" fue Rafael Ruiz Moscatelli, del
que escuchaba desgarradores gritos de dolor, atenuados por un equipo de música que estaba
con alto volumen.
»Luego de una media
hora sentí encerrar a Ruiz en una celda contigua a la mía; pasos de varias personas que
se acercan a mi celda, abrir violentamente el cerrojo de la celda y las voces de quienes
serían mis torturadores. Fui llevado a la "parrilla" en a lo menos siete
oportunidades. Allí, junto con preguntarme sobre mis actividades políticas, se me
aplicaba corriente en las ataduras de mis manos y piernas, a lo que se agregó luego un
electrodo en la tetilla derecha y otro en la vejiga.
»La primera vez
estimo haber estado alrededor de una hora bajo el tormento de la tortura. Quedé en un
estado de extrema debilidad que impidió ponerme en pie por mis propios medios, siendo
llevado a mí celda por los mismos agentes para que me 11 recuperara". Yo no sentía
las piernas, los horribles gritos que se me escapaban de la garganta me la lastimaron,
sentía un gran mareo y un dolor en todo el cuerpo,
»Junto al
interrogador hay alguien que da puñetazos; otro que sostiene firmemente un trapo con
ambas manos sobre la boca para apagar los horribles gritos que se dan y que, según ellos,
era para que "no me mordiera la lengua"-, otro que regula la intensidad de los
golpes de corriente, además de los que habían sido mis aprehensores, los que
permanentemente hablaban de que la detención "se hizo sin testigos", de que
"no saldremos vivos", de que 11 tienen veinte días para trabajarnos",
aparte de obscenidades que dicen cometer con las mujeres.
»En el período
comprendido entre el día y la hora de mí detención y el día y la hora en que se me
sacó el scotch de los ojos, al llegar a la calle Gálvez fui examinado cinco veces por
personal de la enfermería. En tres oportunidades por una pareja de hombres y en las otras
por una pareja de mujeres.
»En cada uno de
estos chequeos se me tomaba la tensión, el pulso, la temperatura rectal y axilar y se me
revisaba completamente el cuerpo. Claro que en las cuatro primeras ocasiones el
diagnóstico fue implacable: apto para la tortura. Supongo que el quinto chequeo fue para
diagnosticar que estaba "presentable" al fiscal.
En todo momento
negué todo tipo de vinculación con hechos de armas y absoluto desconocimiento de la
existencia de ellas... Estas declaraciones las repetí exactamente igual ante la
Fiscalía, dejando en claro desde un principio la burda maniobra de la CNI de hacer un
acta de allanamiento de mi domicilio en el que se encontraron armas y explosivos, en
circunstancias de que las grabaciones de las sesiones de tortura cuentan de mí absoluto
desconocimiento y desvinculación al respecto, además de la constatación que los mismos
agentes hicieron en comentarios luego que retornaran del allanamiento, en orden a
reconocer el estado de "limpieza" de mí domicilio.
Sin duda que tanto
los falsos cargos como las falsas pruebas formaban parte del "plan" destinado a
presentarnos como "extremistas" ante el país, y además permitir que la
Fiscalía haga equívocas presunciones, suficientes para ordenar encargatorías de reos.»
C.O. B.,
dirigente sindical:
Durante su
permanencia en un recinto secreto de la CNI, entre los días 18 y 24 de junio, fecha en
que, por disposición del Ministerio del Interior, fue relegado a la localidad de Chile
Chico, fue víctima de tratos crueles, inhumanos y degradantes.
Desde el momento de
su aprehensión, practicada por agentes de la CNI en su domicilio, se le vendaron los
ojos. En un furgón
«Subarú» fue
llevado a la calle Borgoño, Siempre con los ojos tapados, debió ponerse un buzo de
mezclilla azul y calzar zapatillas de lona. A una hora y medio de su ingreso se
desarrolló el primer interrogatorio, siendo apremiado con puñetazos y patadas en
diversas partes del cuerpo, procedimiento que los agentes denominan «de ablandamiento».
Los golpes eran de gran intensidad, en varías ocasiones cayó al suelo y en una
oportunidad fue lanzado contra una de las paredes de la sala. Los agentes pretendían que
el afectado reconociera ser militante activo del Partido Comunista, su calidad de
dirigente de esa organización y su participación en la gest9ción y desarrollo de la
jornada de protesta realizada el 14 de junio.
Al día siguiente de
la detención, 19 de junio, continuaron los interrogatorios, esta vez usando como medio de
tortura la aplicación de corriente eléctrica. La víctima fue sentada en una silla. Se
le colocaron muñequeras y cables entre éstas y la piel, al tiempo que se le obligaba a
empuñar con ambas manos dos llaves. Con un instrumento metálico le aplicaron
electricidad en la lengua, las orejas, el pecho, en forma intermitente. Las preguntas de
los interrogadores fueron las mismas de la ocasión anterior, añadiendo amenazas en
contra de su cónyuge, dirigente campesina, de quien se expresaron groseramente,
demostrando tener un gran conocimiento de sus actividades.
Le preguntaron
además por L. A. y L. P., otros dos dirigentes sindicales de su organización.
Manifestaron que cuando detuvieran a L. P., que usa prótesis para caminar, «le
quebrarían la otra pierna».
El tercer día el
trato fue aún más violento. Recibió innumerables golpes en los oídos que le hacían
perder el equilibrio y caer al suelo... En dos oportunidades durante ese día fue colocado
en "la parrilla". Se le tendió en una camilla (que estaba cubierta con
plástico de color verde), desnudo, amarrado por la cintura, pies y manos. Entre los
dientes le colocaron un objeto de metal y, cubriendo la boca, un paño que era fuertemente
presionado por un agente. La cabeza quedó colgando, En esa posición recibió varias
descargas de electricidad mediante electrodos colocados en el estómago, por debajo de la
faja, aplicándosele corriente en los dedos de los pies, en los testículos y en el
cuello. Durante este procedimiento uno de los torturadores permanece sobre la cabeza del
afectado y apretando el paño sobre la boca. Cuando el afectado quería responder alguna
pregunta debía mover el dedo pulgar, y entonces cesaba la tortura. Este mismo tratamiento
le fue aplicado al día siguiente.
El martes día 21 de
junio no fue torturado físicamente. Le obligaron a bañarse, a afeitarse y le quitaron el
buzo y las zapatillas para que se pusiese la ropa que llevaba al ser detenido. Entonces
debió leer ante cámaras filmadoras una declaración redactada por los agentes en la que
reconocía su militancia en el Partido Comunista, sus supuestas responsabilidades en esa
organización y una serie de actividades, algunas de ellas relacionadas con la jornada de
protesta del 14 de junio.
En varias ocasiones
recibió bofetones en el rostro porque los agentes estimaban insatisfactoria la lectura o
el tono de la voz,
El 22 de junio, día
en que tampoco fue apremiado físicamente, le manifestaron que quedaría en libertad. En
tres ocasiones fue obligado a bañarse por esta razón; sin embargo, la liberación no se
produjo.
Finalmente, el 23 de
junio fue llevado en horas nocturnas, siempre con los ojos vendados, al Cuartel General de
Investigaciones junto a otros dirigentes detenidos en el mismo recinto.
Antes de darlos por
recibidos el funcionario de Investigaciones hizo dos exigencias: que a los detenidos se
les quitara la venda de los ojos, lo que les permitió ver a los agentes de la CNI que los
habían conducido hasta allí, y que se les practicara examen médico, para dejar
constancia de su estado físico.
El 24 de junio fue
trasladado en avión hasta la ciudad de Coyhaique para luego ser llevado hasta el lugar de
relegación, la localidad de Chile Chico, Undécima Región.
A. B.
G., chileno, casado, cincuenta y cuatro años, detenido en Arica:
«El jueves día 4
de agosto de 1983, cuando me dirigía a pie por falta de dinero a mi domicilio, fui
detenido como a las 13,15 horas por cuatro hombres que no se identificaron en avenida Los
Artesanos esquina Pasaje Salitre.
»Estas personas
andaban en un auto blanco, todos armados. Mi detención fue a punta de patadas.
»Desde ese mismo
instante, al meterme por la fuerza en el auto, fui golpeado, encapuchado y esposado. Me
condujeron a un lugar que desconozco, donde hablaban varios hombres más.
»En ese lugar fui
interrogado para identificar mi procedencia, filiación política y todos mis pasos desde
el día 23 de mayo, fecha en que había llegado a Arica. Como no quedaron conformes,
procedieron a colgarme por los pies de unas barras de hierro. En esos instantes, mientras
me introducían una botella con líquido por el ano, otros me golpeaban las costillas,
espalda, estómago y piernas, otro me balanceaba, según él para que muriera más tarde.
»Creo haber estado
unos cuarenta minutos en esa forma. Me bajaron y como diez minutos después me volvieron a
colgar por los pies y me golpeaban en la misma forma. No puedo precisar cuánto tiempo me
tuvieron colgado, ya que esta vez estuve a punto de perder el conocimiento. Durante todos
los días que me mantuvieron en ese lugar permanecí con la vista tapada y las manos
esposadas.
»Día y noche me
interrogaban, siendo objeto de múltiples golpes en diferentes partes del cuerpo.
»Fui amenazado de
muerte varias veces. Argumentaban que nadie había visto mi detención... Me propinaban
golpes en los oídos, me levantaban por el pelo...
»En tres
oportunidades fui examinado por un médico, y éste autorizaba la continuación de la
tortura diciendo: "Está bien: es todo de ustedes; síganlo tratando.» Seguramente
por recomendación médica me dieron tabletas tres veces, como también un líquido sabor
a menta...
»Me sacaron una
noche en un vehículo y me obligaron a despedirme de mis compañeros porque ya no
volvería y sería uno menos.
»Las amenazas hacia
mi familia, sobre todo en los últimos días, fueron frecuentes, al decir que no se me
olvidara que tenía un niño muy bonito y que le podía pasar algo a mi esposa. Todo lo
que me hicieron firmar fue bajo amenazas de muerte y con golpes de karate en el cuello y
espaldas.
»Sólo me quitaron
la venda de los ojos cuando fui filmado para la televisión y nos colocaron delante de una
cantidad de propaganda política, armas, "miguelitos" y bolsas de explosivos.
Después de filmar nos llevaron a almorzar y partimos. Me dijeron que firmara unos
documentos que acreditaban que me devolvían lo que me habían quitado cuando fui detenido
y unos documentos que habían encontrado en mi domicilio junto a un bolsón color café...
»Nos sacaron en un
vehículo, y en el lugar que nos dejaron, antes de sacarme la venda y el scotck de los
ojos, un hombre en voz baja me dice: "Si mientes aquí, conforme a lo firmado, de
regreso te matarán." Me quita la venda y me dice: "No mires hacia atrás",
y al abrir los ojos me doy cuenta de que estoy en la Fiscalía Militar.
»Quiero manifestar
que el señor fiscal me dijo que tenía que declarar de acuerdo a los documentos que
traía firmados y me mostró un arma "miguelitos" y unas bolsas de explosivos,
más un paquete de volantes. Todo esto me lo habrían encontrado en mi domicilio con la
firma de tres personas que acreditaban estos hechos. En esta forma tuve que entregar mi
primera declaración e% la Fiscalía Militar.»
H. V.
S., detenida en Concepción en noviembre de 1983 por personal de la Central Nacional de
Informaciones:
«Me condujeron a la
Comisaría Alarcán del Canto. Nos dejaron en la sala de partes, nos tomaron nuestros
datos y a mí me condujeron al fondo de la Comisaría a una pieza, donde me sentaron en
una silla y me preguntaron por mi conviviente. Al responderles que no sabía de él, me
golpearon brutalmente en la cara. Me preguntaban por su nombre como el de mi marido, del
que estoy separada. Luego me acostaron en una banca a lo largo, me amarraron los pies y
manos, para lo cual utilizaron un palo. Siguió el mismo interrogatorio: me apretaban el
estómago, me lo golpeaban con los puños; luego me soltaron los pies, me bajaron los
pantalones y me empezaron a aplicar corriente en el estómago y luego en la vagina. Todo
esto duró una hora. Me pararon luego y me volvieron a sentar en la silla con las manos
hacia atrás esposada. En eso me quitaron la venda... Me llevaron al calabozo, donde
estuve toda la noche en pie y esposada...
»Al día siguiente
un hombre de mediana estatura, crespo, moreno, me puso una venda en los ojos. Me sacaron
de la Comisaría y me introdujeron en un vehículo junto a otro detenido. Ibamos tirados
en el suelo, cubiertos con mantas. El vehículo comenzó a dar vueltas durante veinte o
treinta minutos por caminos pavimentados y de tierra. Cuando llegamos subimos una
escalera, caminamos algo y luego bajamos una escalera larga, al parecer angosta. Allí me
sentaron en una silla, con las manos amarradas atrás. Había una máquina que hacía un
ruido fuerte, con sonidos agudos. Me empezaron a interrogar. Sentía quejidos de otras
personas, de una mujer y un hombre. Cada cinco minutos se sentían ruidos, la bajada de
muchas personas, ruido de llaves. A todo esto había perdido la noción del tiempo, pero
debía ser la noche del jueves día 3. Se sentían gritos de otras personas torturadas.
Cuando debían ser altas horas de la noche, me sacaron del lugar y me subieron a un
vehículo. Me dejaron allí un tiempo. Se escuchaba que mis captores hablaban sobre quién
partía antes o después. A mi lado subieron a otra persona y me dijeron que era mi
conviviente el que se quejaba y no podía hablar y llevaba también las manos amarradas
como yo, El vehículo se puso en marcha por un lapso corto y se detuvo donde se escuchaba
el ruido del mar. Me bajaron y escuché la llegada de otros vehículos. Luego me sentaron
en una silla. Eso al parecer lo hacían también con otras personas detenidas que estaban
a mi lado. Nuestros captores nos hablaban de que nos violarían y luego comenzaron a sacar
a los que estaban a mi lado, los que se quejaban mucho. Algunos decían: "No puedo
más", y los agentes decían: "Ahora son maricones". Más tarde se llevaron
a una de las mujeres y luego a otra, que lloraba diciendo e tenía dos hijitos. Luego me
llevaron a mí. Empezaron a interrogarme me dieron de beber un líquido, me golpeaban
brutalmente en el estómago y rostro. Me llevaron luego y me sentaron una silla y sentí
que allí estaban otros detenidos; había olor a excremento y una mujer decía: "No
aguanto más"... Cuando ya era de día nos llevaron al patio en sillas, nos soltaron
las manos y nos dieron sopa. Allí estuvimos mucho tiempo, hasta que el sol se escondió y
empezó a hacer frío. Luego uno de mis captores me llevó hacia un lugar donde nuevamente
me interrogaron. Había varias personas. Los interrogatorios, como todos, versaban sobre
la filiación política, etc. Me amenazaban de muerte, me preguntaban por los nombres de
mis familiares, qué hacía yo desde 1973, si mi familia era comunista, etc, Terminado
esto, me llevaron a una pieza donde se sentía estaban los otros detenidos; nos llevaron
sacos de dormir y nos pudimos acostar y dormir algo. Luego nos despertaron. Se me había
corrido algo la venda, nos cuidaban dos, que entraban y salían, Logré ver por una
ventana que había un patio y luego una casa de madera con la parte 'baja pintada de azul
fuerte y más arriba de color amarillo. Afuera había como ocho personas desayunando. Por
otra ventana se veía un cerro y al parecer había en él un cementerio. También vi que
para entrar al lugar había un portón de madera y que abajo pasaba la carretera... »